Secuela de "A todo gas" (The Fast and the
Furious). Brian O'Connor (Paul Walker), un policía caído en desgracia,
fue un adicto a la velocidad y ahora está pagando un precio por ello.
Tal y como lo ven sus antiguos jefes y los altos mandos del FBI, este
agente de incógnito les echó a perder una de las investigaciones más
importantes que habían emprendido. Al ver sus distintas lealtades
puestas a prueba tras haberse infiltrado en el mundo de las carreras
clandestinas nocturnas de Los Angeles, O’Connor destapó su identidad y
dejó huir –montado en su moto de carreras preparada- al jefe de una
banda criminal. La decisión de O’Connor le permitió conservar su honor,
pero le hizo perder su insignia y toda posibilidad de rehabilitarse.
Ahora ha pasado el tiempo, O’Connor está en otra ciudad y tiene una
última oportunidad. A los federales de Miami les está costando mucho
detener a Carter Vellone (Cole Hauser), un empresario que utiliza su
negocio de importación y exportación como tapadera para un cartel
internacional de blanqueo de dinero. Aduanas lleva un año sometiendo a
Verone a una estricta vigilancia, y lo único que han podido establecer
es su relación con las carreras callejeras ilegales. El tiempo se acaba,
y los agentes deciden llamar a O’Connor para que haga lo que sabe hacer
mejor que nadie: volver a infiltrarse entre los conductores. Pero este
hombre individualista poco amigo de los reglamentos pone algunas
condiciones para aceptar la misión que puede permitirle recuperar su
insignia. El primero: trabajar con su amigo de infancia y antiguo
delincuente Roman Pearce (Tyrese), otro enfermo de la velocidad.
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